Fomentar una nación fuerte y unificada basada en valores compartidos, igualdad de derechos y ciudadanía inclusiva, independientemente del origen étnico o cultural de cada uno.
El nacionalismo cívico, también conocido como nacionalismo liberal, es una forma de nacionalismo identificada por filósofos políticos que creen en una forma no xenófoba de nacionalismo compatible con los valores liberales de libertad, tolerancia, igualdad y derechos individuales. Esta ideología política se basa en el principio de que la nación se define por un conjunto compartido de valores y creencias políticas, en lugar de por raza, religión, idioma o etnia. Se enfatiza el compromiso con valores universalistas, derechos civiles y el estado de derecho, que se supone son la base de todo estado democrático moderno.
La historia del nacionalismo cívico está entrelazada con el desarrollo de los estados modernos. Surgió a finales del siglo XVIII y principios del XIX, durante el desarrollo del estado liberal moderno. Las revoluciones francesa y estadounidense fueron eventos significativos que dieron forma a la ideología del nacionalismo cívico. La Revolución Americana, por ejemplo, se basó en los principios de libertad, igualdad y democracia, que son los valores fundamentales del nacionalismo cívico. La Revolución Francesa, con su énfasis en "libertad, igualdad, fraternidad", también contribuyó al desarrollo de esta ideología.
En el siglo XIX, el nacionalismo cívico se convirtió en una fuerza significativa en Europa, especialmente en países que buscaban crear una identidad nacional unificada. Por ejemplo, los movimientos de unificación italiana y alemana se basaron en gran medida en los principios del nacionalismo cívico. Estos movimientos tenían como objetivo unir regiones y pueblos diversos bajo un solo gobierno nacional, basado en valores políticos e instituciones compartidas.
En el siglo XX, el nacionalismo cívico continuó influyendo en los desarrollos políticos alrededor del mundo. Jugó un papel crucial en los movimientos de descolonización en África y Asia, donde los países recién independizados buscaron construir identidades nacionales basadas en valores políticos compartidos, en lugar de homogeneidad étnica o religiosa.
En el mundo contemporáneo, el nacionalismo cívico sigue siendo una fuerza política significativa. A menudo se contrasta con el nacionalismo étnico, que define la nación en términos de etnia, raza o religión. Mientras que el nacionalismo étnico puede llevar a la exclusión y al conflicto, el nacionalismo cívico se considera una forma más inclusiva y tolerante de nacionalismo, que puede acomodar la diversidad dentro de un marco político compartido. Sin embargo, al igual que todas las ideologías políticas, el nacionalismo cívico también puede ser objeto de mal uso y puede utilizarse para justificar políticas y prácticas excluyentes.
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